martes, septiembre 11, 2007

Ophelia

Ella vive con una mano en la garganta
Y un dolor desnudo acurrucado
En la parte más amable de su nuca
Parecieran fetos de escorpiones
Anidando en el cálido hueco
Mientras
Ofelia flota en el río
Y mueve los ojos
Pero está muerta
Y sonríe y canta en su locura
Pero está muerta
Y su vestido blanco flota con ella, rojo
Y se marcha río abajo con sonidos de agua
Ofelia flota
Y descansa en un campo de lilas
En un jardín de ruinas
Ofelia se aleja cantando
Le acompaña una dama muda
Con antiguos escorpiones en su nuca
La una moría con una mano en la garganta
La otra, dentro del río acariciando las aguas rojas

Nuria Ruiz


Rosa de nube de carne
Ofelia de Dinamarca,
tu mirada, sueñe o duerma,
es de Esfinge la mirada.
En el azul del abismo
de tus niñas - todo o nada,
“ser o no ser”-, ¿es espuma
o poso de vida tu alma?

No te vayas monja, espérame
cantando viejas baladas,
suéñame mientras te sueño,
brízame la hora que falta.
Y si los sueños se esfuman
- “el resto es silencio” -, almohada
hazme de tus muslos, virgen

Miguel de Unamuno



Turbia de sombra, el agua del remanso
reflejó nuestras trémulas imágenes,
extáticas de amor, bajo el crepúsculo,
en la enferma esmeralda del paisaje...

Era el frágil olvido de las flores
en el azul silencio de la tarde,
un desfile de inquietas golondrinas
sobre pálidos cielos otoñales...

En un beso muy largo y muy profundo
nos bebimos las lágrimas del aire,
y fueron nuestras vidas como un sueño
y los minutos como eternidades...

Al despertar del éxtasis, había
una paz funeraria en el paisaje,
estertores de fiebre en nuestras manos
y en nuestras bocas un sabor de sangre...

Y en el remanso turbio de tristeza
flotaba la dulzura de la tarde,
enredada y sangrante entre los juncos,
con la inconsciencia inmóvil de un cadáver.

Francisco Villaespesa